Disciplinada, organizada, hiperactiva, consagrada profesionalmente, divorciada y madre de un niño que la colma de alegría, Valérie solo tiene un dueño: su agenda. Hasta la mañana de un día particularmente cargado, en el que encuentra... un piojo en la cabeza de su hijo. Algo insignificante que tendrá consecuencias insospechadas.